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Historia breve
Originalmente
el uso de letras y palabras escritas en las películas se limitaba a ofrecer
algún tipo de información, pero ya en 1899 George Meliès hizo los primeros
experimentos de animación de letras en algunos filmes publicitarios.
En la época
del cine mudo, especialmente a medida que el metraje de las películas se
alargaba, algunos directores se preocupaban bastante por predisponer al
espectador para lo que vería después. El espectacular prólogo de D. W. Griffith
para Intolerance (Intolerancia, 1916) es un buen ejemplo, como el
de Broken Blossoms (1919), donde vemos unas cuantas frases escritas y
escuchamos una música romántica todavía lejana. Intolerancia es
especialmente importante en este sentido porque es la primera película donde se
usan una serie de títulos como parte significante de la historia. Cada uno de
esos títulos es una composición de palabras e imagen que presenta el período
histórico que vamos a ver a continuación.
A principios
de los años veinte los productores de las películas de horror y monstruos de la
época usaban los títulos de crédito para establecer la premisa de sus historias
y causar una respuesta emocional en el espectador. En King Kong, el
clásico del año 1933, vemos unas grandes hojas de árboles de la jungla cuyo
lento movimiento establece una atmósfera densa y misteriosa.
Entre 1920 y
1930 Walt Disney realizó múltiples progresos en el campo de la animación:
suavizando los movimientos, sincronizando el sonido e incorporando el color.
Estos esfuerzos en busca de perfección y realismo provocaron una pequeña
revuelta entre diseñadores y animadores, que buscaban romper las barreras
creativas. Pero no fue hasta los años 30, con la llegada de la televisión y la
industria publicitaria, cuando se empezó a experimentar realmente con las
posibilidades de la animación de textos. Los animadores publicitarios empezaron
a incorporar símbolos gráficos para crear sus mensajes, explorando por primera
vez en la historia del diseño el uso de la tipografía.
Después de la
Segunda Guerra Mundial normalmente los créditos se veían sobre un fondo
estático, y si se usaban imágenes en movimiento eran simplemente descriptivas.
De todas formas, algunas películas de género (terror, suspense, cine negro...)
seguían usando los títulos para establecer la atmósfera de la historia y
enganchar al espectador desde el primer fotograma. En 1951 The Thing From
Another World usa un fondo negro que arde literalmente para revelar unos
rayos de vibrante luz que penetran a través de la forma de las letras del
título y llenan al espectador de suspense.
Durante los
años 50 y 60 innovadores como Norman McLaren, Saul Bass y Pablo Ferro empezaron
a usar técnicas de animación para crear composiciones e interacciones entre
tipografía e imagen para anuncios, cortometrajes artísticos y títulos de
crédito.
Hasta bastante
entrados los años 60 casi todos los créditos se pintaban a mano con pinceles,
en aquella época todavía no se daba a la tipografía la importancia que tiene
hoy en día. Los diseñadores de títulos de crédito se enfrentaban a varios
problemas, entre ellos que no podían usar los mismos tipos de letra que en
publicidad, porque en realidad las imágenes de cine son muy pequeñas
(normalmente se usa un formato de 35mm) y las tipografías pequeñas y estrechas
representaban un problema de producción.
Hoy en día la
tecnología digital ha abierto un nuevo camino para la experimentación visual,
un camino que representa una síntesis de todos los medios que la precedieron.
Los títulos de crédito son un campo abierto a la experimentación desde hace más
de 50 años, y una de las principales aplicaciones de la tipografía cinética,
por lo tanto un buen campo de experimentación para los artistas y diseñadores
más vanguardistas. Hoy en día existen varios artistas y estudios de diseño
dedicados casi exclusivamente a la creación de títulos de crédito, sin embargo
los resultados no siempre son satisfactorios. En ocasiones la calidad de los
títulos supera con creces a la de la película y otras veces no son más que un
despliegue de modernas técnicas que sólo buscan el impacto visual.